Este largometraje se centra en los testimonios de
aproximadamente diez niños que cuentan cómo es su vida cotidiana tras la
ofensiva. Algunos no solo han sufrido daños físicos sino también
han perdido a
seres queridos. Otros se encuentran con el miedo a que algunos misiles que no
explotaron y van apareciendo en su camino, estallen en cualquier momento.
La miseria, la pobreza, el horror y la guerra rodean a estas
víctimas de las acciones de adultos y conviven con todos ellos en una lucha aún
más cruel: la supervivencia. El director pretende mostrar esa cruda realidad de
que los más inocentes (en este caso los niños) sufren las más duras
consecuencias de una guerra que, tal y como afirman ellos mismos, todavía no ha
terminado.
Se reflejan también las aspiraciones de estos niños que
quedan estancadas tras los continuos ataques que destrozan, no solo el hogar de
sus habitantes, sino algunos emplazamientos como un colegio de la ONU que
resultó perjudicado también. Estos chicos son la voz de más de 500 niños muertos
y 3500 heridos que ocasionó esta ofensiva israelí y ninguno entiende por qué
les atacan a ellos. Hay un testigo cuyo padre trabajaba en la ambulancia y
murió llevando a un herido al hospital, se pregunta varias veces el porqué de
ese acto, cuando su padre estaba haciendo el bien. ¿Por qué matar a alguien que
se dedica a salvar vidas? Otro caso, es el de un niño que con doce años
abandona sus estudios para ayudar económicamente a su casa recogiendo plásticos
de los vertederos para luego venderlo. Al día puede ganar un euro.
Lo único que piden estos chiquillos es ayuda-han perdido la
confianza hasta en la ONU- ya que ni ellos ni su familia tienen los recursos ni
los medios para sacar adelante a su país, sumergido en constantes conflictos
con Israel. Es sorprendente que un niño intente suicidarse arrojándose por el
balcón, después de haber perdido gran movilidad en las manos por tratar de
salvar a su hermano y a su primo a quienes ve morir. Es duro para él y para su
madre que un hijo te esté recordando todos los días que quiere morir porque no
soporta la situación.
Algunos ya ni juegan porque los sitios donde solían realizar
la práctica porque o han quedado devastados o les recuerda al lugar de la
tragedia.
En conclusión, es una buena documentación filmográfica que
incita a una introspección moral por la inocencia no solo de esos niños sino de
humanos que no merecen las consecuencias de esa guerra que ni ellos mismos han
provocado.
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